martes, 28 de abril de 2015

Policromía



Warhol, Rotko o Miró, Kandinski, Dalí o Puhinger, pasando por Granell o Lempicka, todos en algún momento hemos pasado ante uno de sus cuadros, nos hemos emocionado o transportado en el tiempo, algunos hemos tenido la suerte de caminar por El Prado, Orsai o el Thyssen, viajado por el Pompidou, la Tate y cuando ya no quedaba mas remedio, por el propio Marco, y hemos dejado paso a los caudales de nuestra imaginación, nos hemos formado una composición interior que pasado el tiempo justo de maduración, termina dando frutos, en ocasiones mas sabrosos que en otras y a medida que pasan los años y las inquietudes artísticas aumentan, la neurosis y la búsqueda de nuestro propio estilo, nuestra seña y nuestro, en definitiva, modo de crear y mostrar nuestras propias creaciones, crece, o al menos así debería ser, evolucionamos y cambiamos cada día nuestros puntos de vista, nuestras perspectivas y por que no decirlo, nuestras personales e intrínsecas maneras de actuar, eso a lo que han denominado carácter o personalidad, que nos han maleducado para que no cambiemos y la defendamos a muerte, convirtiéndonos en yihadistas del Yo, auténticos integristas del monocromo de las vidas en escala de grises que, si nos paramos a pensar y a observar, nos lastran y limitan, generan extraños apegos materiales y estupidas filosofías vitales que giran en torno al estado de bienestar, a una falsa felicidad condicionada por el entorno social, por los prejuicios de una masa inconsciente que, admitámoslo, es estupida.

Hemos enterrado el amor propio dejando vía libre a una serie de extrañas formas de amar, proyecciones de ideales utópicos que tratamos de imponer a nuestros compañeros de viaje y que no hacen más que, engañarnos continuamente, obligándonos a vivir en una mentira crónica de la que no somos participes sino meros instrumentos de un azar caprichoso y cruel que nos conduce hacia el mismo lugar a todos, la muerte. Una muerte para la que no nos preparan, para la que no nos dicen nada pues, seguimos siendo animales asustadizos a los que las verdades absolutas aterran y que hemos generado creado y venerado a una serie de dioses que jamás nos han aportado respuesta alguna a ninguna de nuestras dudas existenciales. Este universo finito, o infinito que tratamos de descifrar, se nos queda demasiado grande, nuestra propia mente de por si, se nos queda grande, y cada día somos mas pequeños si cabe.

Pero creamos, creamos un montón de belleza, y llevamos haciéndolo desde que llegamos aquí, es curioso como nos conmueve una sucesión de 7 frecuencias entrelazadas entre si, como nos convulsiona la mezcla de los pantones de una paleta y su resultado sobre el lienzo que, en la penumbra del taller, va tomando forma o de ese pequeño bloque de arcilla con el que se inicia el boceto de piezas como, La Piedad o La Victoria de Samotracia, y seguimos creando,  experimentado y proponiendo cánones e ideales de belleza, a veces demasiado snobistas demasiado innovadores, pero buscando, una búsqueda que puede conducirnos a la locura mas absoluta, al mismísimo suicidio tanto artístico como físico, la perfección es una ilusión que nos mueve, una suerte de dios pagano una deidad inexistente que nos empuja a buscar siempre una vuelta de tuerca mas, Goethe, Larra o Mahler, cada uno en su lugar cada uno en su momento y según su sociedad y su comunidad, construyeron mundos policromados, en la mayoría de los casos, no fueron apreciados hasta siglos después de sus muertes, por que el tiempo,no siempre ha tenido que correr tan rápidamente, hubo un tiempo en el que no existía la religión del Ya, no ha tenido que ser necesariamente mejor, pero si, al menos, distinto.

Cada uno de nosotros a nuestra manera,según nuestras necesidades, creamos, tenemos ideas, miedos y, en función de muchas variables, llegamos  o no a poner en práctica aquello que se nos ocurre en algún momento de nuestras vidas, no todos lo hacen, no todos lo consiguen, no todos estén preparados para asumir las consecuencias. 

Dar un paso no te convierte en mejor o peor persona, no hacerlo tampoco te hace ser mas o menos cobardeal igual que, intentarlo una y otra vez no te volverá idiota, cada uno se establece sus límites, sus objetivos y en base a eso tratamos de vivir, que no es poco.

Cada gama de colores es distinta, cada ser humano es único a su manera e igual al resto según aquellos que parecen estar al mando, un mando que nadie les ha dado, pero que tienen por pura inercia, no se trata de convertirnos en guerrilleros, de ser revolucionarios de rifle y emboscada, la revolución real, tenemos que empezarla desde 0, desde nosotros mismos y hacia el exterior, pero no tenemos tiempo de parar, de preguntarnos y respondernos con franqueza y hasta que no demos ese gran paso para el hombre tan insignificante para la humanidad, lo siento Mr Armstrong, poco a nada cambiará.



Reflexión para mi, por si se me olvida dejar de pensar en algún momento. 


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