viernes, 8 de mayo de 2015

Viaje de vuelta, círculos concéntricos de una espiral de emociones

Siempre hay que volver, siempre y aquel viaje no iba a ser ninguna excepción, la semana voló igual que el avión que ahora se dirigía de vuelta a casa, extraño concepto asociado a un lugar físico en particular que, a aquel nómada le parecía tan poco apropiado, justo a él, que tenía tantas casas en variados lugares y al tiempo en ninguno.


Durante una semana, tan solo una semana, sintió que volvía a casa, se habían querido tanto que, en realidad nunca lo habían dejado de hacer, tan solo cambiaron el modo de hacerlo y con sus heridas restañadas, volvieron a encontrarse, 11años después de la ultima vez en que se habían visto en aquel aeropuerto y habían sucedido tantas cosas en aquel tiempo...



Siempre separados por un aeropuerto, siempre unidos por el recuerdo y el pensamiento, aquel viaje no solo no cerraba un ciclo que permanecía abierto por demasiado tiempo, si no que abría uno nuevo, con nuevos recuerdos, nuevos amigos y mucho cariño.
Le había servido para unas cuantas cosas: 
Desconectar y tomar distancia, durante aquellos días se reafirmó en sus sentimientos hacia su ángel, sabia que la quería, la quería mucho, daba igual ser o no correspondido, lo importante es sentir que se ama, no pensaba cambiar su modo de ser y de sentir, ya sabía como era, se gustaba con lo bueno y con lo malo, simplemente se aceptaba y disfrutaba de si mismo, uno no puede negar aquello que siente, punto.



Dejar tu país y sumergirte de lleno en la vida cotidiana de uno nuevo, que aunque similar en el modo de vida, alberga tantas y tantas diferencias con respecto a la cultura propia, sirve para ampliar tus puntos de vista, los modos que tienes de pensar y libera tu mente de una manera extraña y muy reconfortante, conocer el idioma además te permite caminar por lugares que, de sólito, no frecuentan los demás turistas, lejos de Piazza San Marco, Rialto o la Basílica, pocos llegan a entrar en San Pietro, o discurren distraídos y maravillados por i sestieri popolari, bajo el decorado de la espléndida y maravillosa Venecia cada día quedan menos residentes, la ciudad se ha convertido en un gran escaparate para las grandes multinacionales que lucen sus carteles en las majestuosas fachadas otrora decoradas con frescos que, los artistas que visitaban la ciudad iban dejando como muestra de respeto y admiración a aquella ciudad construida sobre una laguna apoyada sobre una base de madera y piedra que resiste siglos después en pie, cada paso sobre ella es un paso sobre la historia, una historia que muchos no perciben pero que está presente en cada ladrillo.




Atrás dejaba nuevos amigos, parte de él, una impronta que, como persona y como artista, significa tanto. Como artista uno busca perdurar en el tiempo, dejar un humilde legado por el que ser recordado, como persona, en realidad, se busca lo mismo, pero a otro nivel, cuando subes al avión se entremezclan un montón de emociones, incluso ahora escribiendo esta entrada, me resulta difícil contener las lágrimas pero sentado en la barra de este bar donde me he detenido a tomar un café antes de iniciar la jornada quizá no sea buena idea, o si, que se yo.
El caso es que ya de vuelta en Vigo, me he traído un montón de recuerdos, experiencias y momentos compartidos tan hermosos que, es de recibo agradecer tanto tanto el trato y los días que he pasado en casa de la familia Doratiotto, gracias chicos, gracias por todo, no os imagináis cuanto habéis hecho por mi sin siquiera saberlo.




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