Silencio, pensamientos y muchas vueltas en una cama reconvertida en prisión desde aquella noche en la que todo cambió, un cambio demasiado repentino, inesperado y cruel pero rea como aquella extraña soledad en la que navegaba sin rumbo oteando el horizonte, un horizonte de cabello ondulado lejano y aroma fresco de color azul celeste y demasiadas horas de ausencia y trabajo.
Quizá ella nunca volviese a estar entre sus brazos o despertarse juntos dándose los buenos días antes de correr por el mejor sitio en la ducha para iniciar el día, pero saber que una remota posibilidad de que todo aquello volviese a suceder, lo mantenía en pie, con la fuerza necesaria para no dejar que las lagrimas lo ahogasen ante la cantidad de recuerdos que, en tan poco tiempo, compartían ambos.
Y su única opción para recuperar aquello que anhelaba era tan paradójica como difícil para alguien acostumbrado a hacer, a trabajar para que las cosas funcionen y obtener resultados positivos, lo único. que podía hacer era... no hacer nada, aceptar su condición de luchador pasivo y esperar, un verbo odioso, solo podía esperar y confiar en ella, nada mas...
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