domingo, 28 de septiembre de 2014

Percepción

Abrir los ojos, la luz entra en tu retina, inunda la cuenca de tus ojos y te ciega, pero, que extraño, algo diferente sucedió, sabía que estaba allí, notaba su calor en aquella mañana de julio en su cara, percibia el olor de la lavanda a través de la ventana abierta y se imagino las paredes encaladas reflejando la luz de aquel verano.

La noche anterior había escrito hasta bien entrada la noche, el café compañero fiel y asiduo brebaje para luchar contra el sopor y mantener a las musas a raya, había formado extrañas figuras con los posos una vez terminada la jarra de cristal que reposaba sobre el tenue piloto anaranjado que lo mantenía caliente durante horas, sin embargo aquella mañana supo que estaba levantado y despierto cuando sintió las frias baldosas de cerámica bajo sus pies, notó su presencia cuando el aroma a vainilla llegó a él. Trato de llamarla, de decirle que algo no iba bien, pero su curiosidad pudo mas que su razón y guardo silencio, un silencio extraño, por primera vez escuchaba el trino de los pajaros de la plaza y el revuelo de niños corriendo y jugando alrededor de la fuente central.

Se recordó años atras cuando tambien el jugueteaba y coqueteaba sentado en el borde de la fuente, ella parecía no prestarle atención, parecía no verlo allí, pero los dos se gustaban ya, se buscaban con la mirada, con aquella mirada inocente y pícara a la vez, jugando a no verse y tratando de llamar la atención el uno del otro, y aquella mañana, con los ojos abiertos, recordando e imaginando, supo que jamás la vería de nuevo como hasta entonces había hecho.

Ella, hermosa, todavía joven y enamorada, lo observaba desde la puerta y lloraba, sabía que era el día, el momento que ambos sabían que llegaría tarde o temprano, y lloró en silencio, esperandolo mientras él, escrutaba el horizonte a través de la ventana, levantando la mirada, abriendo las aletas de su larga y fina nariz y sonriendo, parecía relajado, incluso, feliz y ella no acertaba a comprender aquella singular felicidad que se adivinaba en su cara bañada por el sol de aquella mañana de julio, la mañana en la que la luz se apagó en sus ojos.

Se acercó a el, se abrazaron sin hablar y ella acaricio la piel de su cabeza, aquella cabeza que, cuando jugaban años atrás en la plaza, semejaba una lluvia de caracoles infinitos, pero, sabían que era inevitable, al igual que las noches en vela, las reacciones violentas de su estomago a aquel veneno que alargaba sus expectativas de vida, que no de calidad de la misma, el pelo, cayó. Seguía siendo un hombre guapo, incluso habiendo perdido un peso que no le sobraba, sigio manteniendo aquel semblante sereno, aquella sonrisa que llenaba su vida y convertía lo imposible en algo sumamente simple y sencillo, se besaron y entonces el habló:

"Hacía años que no te veía tan hermosa, una eternidad desde que se fueron los pajaros y los niños, pero hoy, que mis ojos no ven, yo, lo veo todo mucho mejor"

Dedicado a todos aquellos que pueden ver sin ojos y para aquellos que luchan contra esa enfermedad innombrable. en especial a mi hermana y a Beatriz.

Feliz lunes






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