jueves, 20 de febrero de 2014

Mediterráneo

No soy Joan Manuel Serrat, pero da igual, todos hemos tenido una infancia y un lugar que recordaremos toda la vida por ser especial.
Recuerdos de mi infancia, Agosto, ese mes favorito, un mes de casi total libertad, sintiendome cual Hucleberry Finn...  
Olores inconfundibles, boñiga de vaca, a huevo podrido cuando llegaba el vaso del agua desde el balneario en su funda de mimbre, ese olor a tierra mojada despues de unas gotas de lluvia, grandes panzadas de moras cogidas de la mata de zarzas y con el excedente, nos ibamos a vender moras por el pueblo, un pueblo por el que campabamos a nuestras anchas jugando con los otros niños y sintiendonos los amos del mundo.


Guitiriz, en plena Terra Cha, provincia de Lugo, ese lugar mágico, donde siempre estabamos a salvo, donde saliamos por la mañana y solo volviamos a la hora de la comida, La Señora Mercedes, en la cocina preparando la comida para todos los huespedes, mientras el señor Jose María trataba de convertirnos, era Vegano, y conocedor de los poderes curativo-sanatorios de las plantas. Aquel comedor lleno de adultos muy mayores afectados por las vesiculas y los intestinos escacharrados, que se leventavan a las 7 de la mañana para ir a recoger sus aguas al Balneario, otrora un lugar abandonado, donde jugabamos y nos sorprendiamos viendo a las ardillas, en aquel comedor se escuchaban grandes historias de aquellos señores tan mayores, para los que los nietos de los otros, eramos como juguetes a los que cuidar con sumo cariño.


Las tardes, haciendo aquelas interminables digestiones, si te bañabas antes, morias,al igual que si te tocabas en la adolescencia, te quedabas ciego. Sigo vivo y veo fenomenal, leyendas urbanas de adulto.
Tardes como decía, esperando en Meson O Pozo, mientras veiamos El Coche Fantastico y El Equipo A, mientras nos imaginabamos ser como Murdock o Michael Knight, en compañía de la hija de los dueños tomando una fanta o una mirinda, y al terminar, cabalgamos nuestras inseparables BH de cross, pues todavía no existia en nuestras cabezas el termino BMX y enfilabamos camino de la carretera de los siete molinos, nuestro paraiso particular, nuestra piscina, una piscina de rio, donde el agua estaba congelada, pero nos daba igual, y donde nos podiamos poner a secar en la roca al sol cual lagartijas.


Los primeros cigarrillos robados a algún padre, fumando sin echar el humo al pulmón. Excursiones con la bicicleta de Jorge, a Mariz, 2km que nos parecian una etapa de la leche de la vuelta a españa, en aquellos tiempos de Alvaro Pino, recuerdos que no se borran a pesar de haber pasado mas de 32 años desde la primera vez que pasé un mes de agosto en Guitiriz, el pueblo ha cambiado, ha crecido y hace mucho que no he vuelto por alli, pero es de esos pequeños cajones de la memoria, que nunca se vacian y al que de vez en cuando me gusta volver, en mi pueblo no habia mar como el de Serrat, pero había otras muchas cosas.
Recuerdo con cariñño sacar agua del pozo de la señora Mercedes, auqel balde plateado donde guardabamos la mantequilla recien comprada del mercado de los miercoles, que venia envuelta en una hoja de berza, la feria de Parga, aquel pueblo con playa fluvial, las primeras partidas al Double Dragon en el Bar Avenida y de como le sisabamos a la dueña del bar veinte duros diciendo que la maquina se los habia tragado, y de fondo la musica de aquella gramola a monedas donde escogías el disco y sonaba. 
Tiempos en los que las maquinas de tabaco estaban ancladas en las paredes por fuera, justo al lado de la maquina de chicles de bola.
Quien sabe, quizá pronto, algún niño de ese pueblo, tras haber puesto una Muesca con la función, tenga recuerdos parecidos a los mios en su pueblo.

No hay comentarios:

La memoria de los pies. Diario de un anormal. Presentación de la 6ª Edición

     Hace 10 años y 6 ediciones de una idea  Que cambió todo. Hace 10 años que decidí ser anormal. Así se lo hicimos saber al mundo con la a...