La adrenalina se dispara y nos da una fuerza extra, nos convierte en seres invencibles, por encima de todo y de todos, se rompe una ventana, se corta una reja, y el ser humanó se vuelve humano y grandioso, y el nudo en el estómago te coloca las lágrimas en posición de salida, da igual que nadie conocido este entre los heridos o las víctimas mortales, caes en la cuenta de tu propia fragilidad y sientes un miedo visceral, por que no decirlo, egoísta, estamos vivos, nos sentimos extrañamente culpables y aliviados.
Y como es inevitable, buscamos culpables, un rostro, sacar de contexto sucesos pasados y cargar contra el primero que suben al patíbulo, ese maquinista que nos muestran ensangrentado tendrá que vivir con una carga mucho peor que cualquier condena imaginable, y nadie puede culparlo aún de nada, por prudencia y respeto, 80 vidas son muchas vidas, demasiada carga.
Me sobran imágenes, me sobra carnaza, no necesito ver ni oír a la gente gritando, ni cuerpos desperdigados a lo largo del camino cubiertos con mantas, sólo necesito saber POR QUÉ.
Todo lo demás me parece de mal gusto.
Desde este pequeño rincón en el que estoy sentado, mando un fuerte abrazo, a todas las personas que directa o indirectamente sufren las consecuencias de este trágico episodio.
Hoy, todavía sigo triste.
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