38 kilometros de sol, tierra y muerte.
Zaragoza, monumental y la N-330, los pueblos escapan de su vera, el sol campa a sus anchas sobre las rapaces el asfalto y una cabeza unida a un macuto, por delante mucho camino, ilusión y ganas de llevar teatro y ganarse la vida.
El cauce seco del Huerva a un lado y su antagonista, la autovía, enfrentados, condenados a convivir cerca de lo qie un día fué, pero, ya no hay traviesas.

Las estaciones se ven desiertas, Muel, Botorrita, un recorte del correo gallego y soledad, siempre soledad, caminos de hierro, tierra seca y cuarteada, los cadaveres de lagartos y conejos a la vera del camino, actor enterrador, devolviendo naturaleza muerta, victimas del progreso, a las matas bajo las acacias del camino.

Y al final del trayecto, Longares, villa tormentosa hoy, sus callejuelas llenas de historia, contrastes de color y olor a tierra mojada.

Siempre un paso mas, un rincón por descubrir y una foto por hacer.

Mi escenario, la piscina municipal, un oasis en mitad del Campo de Cariñena, proximo a la carretera de Valencia, mañana tornaremos a la senda de la capital del ya, Reino de España.

Gracias a sus gentes, sus rincones escondidos y a la lluvia.

Mañana La Almunia, hoy Muesca en Longares.
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