jueves, 31 de julio de 2014

Desde la confortabilidad de un Occidente acomodado

Sentado en un despacho, con una taza de café humeante y la prensa del día, preparado para manejar todos y cada uno de los hilos de su posición y con la sempiterna elección ante si:
Pastilla roja o pastilla azul.
Y para su día de la marmota, elegía rojo, el rojo que permite juzgar, decidir y ordenar todos y cada uno de los pasos que, aquel hemisferio y aquel cuadrante en concreto, habían de dar, ellos tenían los recursos pero, ya se había decidido que eran poco menos que retrasados mentales con lo cual, no podían acceder a ellos, la compañía se encarga, comprar a precio de chanza y vender a coste inflado, un negocio redondo, igual que su vientre.
A sus hijos y allegados regalaba los oídos con sus grandes dotes de orador, abanderado de la moral más recta, honorable miembro del consejo y prohombre.
Pero sus decisiones, como todo en la vida, tenían consecuencias dispares, algunos eran cada vez más ricos y poderosos, veneraban la pastilla roja, adoraban a su líder, mientras que aquel extraño vaso comunicante, llegaba a un extremo donde ser pobre no era algo tan romántico o ameno, donde la figura de un Pellitour o un Pablo iglesias no estarían de más, pero, la comodidad de Occidente, de ese viejo continente amigo del recorte y la austeridad en nombre del bien común de una pequeña elite, frena todo conato de revolución, la muerte social, el no querer ser parte de una mofa que cambia de ideología según la rentabilidad de la operación creciticia.
Países que jamás podrán amortizar su deuda, pero,que hipotecan nuestras vidas a su antojo, el de ellos.
Y al llegar el término de la travesía del desierto de los acólitos del sistema, y tras aflojar la cuerda del lastre, lastre que contiene la poca decencia que todavía nos quedaba, seguirán habiendo muertos y hambre en un mundo que ha erradicado,enfermedades al antojo de los boticarios de turno.

Todo esto sin haber realizado ningún gesto, la pastilla roja, bajará como cada día garganta abajo, no,sea que el primer mundo, tome de la mano al resto de mundos que ha ido creando.


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