martes, 21 de enero de 2014

El norte, el miedo y...

Antes de que mi propio ego me anule, antes de perder el norte, quiero recordar, para todos y para mi, que el motor de lo que en su día fué una idea de poner en marcha un proyecto artístico, es:
El Miedo, el propio y el ajeno, ese miedo que en cada una de las salidas a escena de Manu y sus compañeros de reparto aglutinados en un solo contenedor físico, que es este saco de huesos con panza, vencemos.
Un miedo que se huele por donde quiera que vayas, y viene desde lo más alto, aunque de ahí tambien vienen otros olores que recuerdan a la Dinamarca Shakespiriana.
Parece que está costando dejar morir al sistema anterior, y es que el temor al que vendrá nos ha hecho hasta inventar doctrinas y dioses desde que el mundo es mundo, y a veces es más sencillo esperar a que lleguen las situaciones para poder afrontarlas.
Improvisar desde la base de un trabajo bien hecho con anterioridad, no es malo, lo malo es improvisar por improvisar.
Quizá, ahora que no me atenaza el cansancio físico de otrora, y que el asfalto que hollan mis suelas es el de la urbe, pueda parecer que todo es fácil, o que parece que todo está hecho, pero no, cada nuevo día es eso, nuevo, hay que empezar desde el principio, solo así llegaremos a un todo placentero, pero; Aún es pronto, todavía queda mucho por hacer.
Sentado ante el teclado, suena a burgués, con una toalla alrededor de mi pelo humedo, escribo a la luz de una bombilla que ha dejado de susurrarme ideas, la inspiración se está haciendo de rogar, pero como tiene que pillarme trabajando, maldita plaga bíblica, trabajando estoy, buscando nuevos horizontes, luchando con la falta de confianza en mi o en lo que hago y quiero hacer, de aquellos que no comprenden que mi vida, entre otras muchas cosas, es, esto, poder librarme de una máscara impuesta por la genetica, la presion social o el entorno, para dejar fluir a otros seres, otras personas, otros personajes, por que actuar, ya es como respirar, ahora solo falta mejorar a diario mis aptitudes en escena, luchar contra el paso del tiempo y el anquilosamiento de las articulaciones de este pobre y ajado Quijote.
Pero he llegado a conocer mi Norte, un norte que en mi brújula rota, no tiene un punto fijo, pero que no por eso deja de ser Norte, así que seguire mi particular travesía lejos del temor, o al menos intentandolo con todas mis fuerzas.

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