Dentro de nada hará un año que nos lanzamos a la carretera, destino, Madrid y un sueño por cumplir. trabajar sobre un escenario.
El sueño, día a día y con trabajo, parece que va tomando forma real, como si de una impresora 3D se tratara.
Hemos caminado mucho a todos los niveles, generado opiniones, a favor y en contra, buenas y malas, pero, en definitiva, hemos logrado hacer pensar a mas de uno.
La idea sigue viva, este año volveré a lanzarme al asfalto, con ilusión y mucho aprendido pero mucho por aprender, motivado siempre a dar un paso más, aquella historia corta, de no mas de 15 minutos con la que partí desde la villa de O Porriño, con unos personajes todavía muy verdes, han llegado a día de hoy a tener vida propia, una carpintería teatral mas compleja y cada uno de los personajes ha ido ganando en matices, gracias siempre a la opinión del público asistente a las representaciones.
Y es que la experiencia adquirida con el tiempo y los golpes, ayuda a moldear los barros de las ideas de mentes anormales, puliendo los defectos y poco a poco, incluso barnizandola pieza, dotándola de un lustre de elegancia y saber estar, cuando es posible, claro.
Atrás queda el camino, pero siempre está presente, pues sin él, nada sería como es actualmente, han ido surgiendo proyectos paralelos, hemos tomado nuevos compañeros de viaje y mejorado lo mejorable, aunque todavía queda mucho trabajo por hacer.
Hemos actuado durante todos estos meses en, parques infantiles, plazas, soportales, bares, terrazas e incluso teatros, he aprendido más en este año que en toda mi vida, y gracias a toda la gente que siguió el proyecto, a los que creyeron en mi, a los que me cerraron las puertas y a los que no creyeron, gané en fuerza, fuerza para afrontar la derrota, fuerza para no flipar con los exitos, que tambien ha habido, un año en el que no me he olvidado de los desayunos con Herminda, de las gentes maravillosas de todo el camino, de aquel poblado hippie de Celanova, del descubrimietno de Puebla de Sanabria, de Walter y su señora en A Gudiña, gente que con casi nada, era feliz, pese a estar lejos, muy lejos de su casa, allá en Uruguay.
De anecdotas mil a lo largo de las carreteras nacionales de Galicia, Castilla y Madrid, mil campanarios, casas abandonadas, albergues del camino, peregrinos en sentido contrario de todas las nacionalidades, la posibilidad de actuar para todos ellos y ver sus caras de satisfacción al finalizar y haber sacado a esos niños que todos llevamos dentro.
A todos los compañeros de profesión que saben lo que es estar arriba y siguen siendo gente normal, esas tardes en Tribueñe y el Circo Price, la compañía de Javier Alvarez o la animada charla con el gran Miguel Vigil, este año, podría morir casi en paz, digo casi, por que tendría que morirme un poquito solo, que hay dos pequeñas razones llenas de energía y un futuro todavía mas incierto que el nuestro, a los que hemos de dar la herramientas necesarias para que sepan vivir en un mundo hostil, perparados para asumir el riesgo a equivocarse, y que sepana que siempre habrá otra oportunidad, si la buscan.
Solo puedo decir con la boca llena de dientes, salvo alguna pieza que ya ha caido a manos del señor dentista, GRACIAS A TODOS, GRACIAS
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